sábado, 26 de octubre de 2019

Sinecdoque y DRS


Nuestro pasado deportivo se nos ha quedado en álbum de piezas fuera de catálogo y convendría que nos fuésemos haciendo cargo de que esto no tiene visos de cambiar. 

Inevitablemente, llegamos a cualquiera de nuestros circuitos con solera y salen las estampitas de siempre a amenizarnos el festejo. Toca México y ya tenemos disponible el surtido de hazañas sin parangón que nos recuerdan que cualquier pretérito fue mejor porque esto no es intercambiable como las piezas de Lego. Hamilton, Vettel, Leclerc, Verstappen mismo, no pueden ocupar el espacio de aquella gente que ha quedado congelada en instantáneas o vídeos. El presente no existe. Cuando tenemos conciencia de él ya es hace un instante o hace un momento, y si no andamos espabilados, incluso es un ayer irrecuperable.

Vamos hacia adelante dejando atrás el grueso de nuestra mochila, si no el petate entero. Bien mirado resulta confortable esta infantil falta de seriedad: ¿quién puede reprocharte que hayas decidio alojarte en el lugar más cómodo del mundo? Nadie...

La pena es que en nuestro deporte, este constante mirar al pasado no tiene nada de infantil. Bernie Ecclestone impuso una forma de hacer buena cualquier castaña adornándola con épicas hoy imposibles. Mansell, por ejemplo, no podría haber adelantado a Berger porque La Peraltada no existe y porque sin DRS las máquinas y los pilotos actuales tienen serios problemas para marcar las diferencias. Pero ahí están, fieles a su cita anual, Nigel Mansell y Gerhard Berger, o el británico y Magic, para que nosotros hagamos el favor de terminar el recortable e imaginar que Hamilton y Vettel podrían ser conductores de aquellos autos y proporcionaros los mismos niveles de adrenalina... el resto está chupao, que decía aquél.

Hace no demasiado, aquí se parecía a Ayton Senna hasta el Tato. Lewis se parecía al paulista, Max también. Yo mismo me parecía al brasileño, y eso que soy de Prost. Sebastian recordaba a Michael Schumacher o a Jim Clark, y mejor lo dejamos porque gracias a Dios, el truco de las similitudes razonables ya no está tan en boga de puro sobado que lo han dejado los que insisten en que la realidad, nuestro presente efímero, carece de atractivo si no lo mezclamos o salpimentamos con un recuerdo glorioso.

Y así vamos, de parecidos en parecidos, olvidando las Pirelli o el bendito DRS, o la radio por la que el ingeniero recomienda a su piloto que active el mapa de ahorro porque no llegamos yendo tan rápido...

Os leo.

1 comentario:

Davispace dijo...

Jijiji, pero a ninguno le dio por parecerse a Prost. Vivito y coleando y andando por el padoc dispuesto a mirar de arriba a abajo a cualquiera de estos pisaverdes.