El Mundial de Constructores se formalizó en la temporada 1958 y, hasta ese momento, las marcas destacaban en la Fórmula 1 a través de los logros y victorias de sus conductores, como hacían en otros ámbitos competitivos con mayor implantación y renombre: Mille Miglia, Panamericana, circuito de Resistencia, Targa Florio, etcétera.
La hoy conocida como máxima disciplina no se distinguía entonces por este apelativo, no obstante, los monoplazas tenían bien conquistado su lugarcito en el corazón de aficionados y consumidores, y fabricantes como Ferrari demostraron un especial interés por ella, a resultas del cual, evolucionaban constantemente su producto para las carreras, aplicando innovaciones técnicas y mejoras de prestaciones con vistas al triunfo de sus hombres en el Mundial de Pilotos.