Quién me iba a decir a mí, que tres años después de aquel infausto 2007 iba a estar maldiciendo la mala leche que gasta la FIA con Lewis Hamilton.
¿Un drive-through por demostrar más casta que la que hay en la parrilla entera? Pues eso mismo es lo que ha considerado pertinente aplicar, de manera expeditiva sobre el piloto británico, la misma FIA que ponía en peligro a los que salían por la calle de garajes subiendo por allí el desvencijado Lotus Renault de Heidfeld; la misma FIA que dice buscar el espectáculo mientras penaliza a renglón seguido actitudes que han hecho grande este deporte; la misma FIA que santifica la mediocridad en cada prueba, excusándose en el uso y abuso de cachivaches que han vuelto a demostrar en Hungría, que están de sobra. ¡Tela, tela, tela!