Tal vez para quitarse la resaca de Hockenheim de encima (lo de las órdenes de equipo y tal, ya sabéis), este pasado fin de semana Ron Dennis decía que «el hijo de Anthony no necesita la ayuda de Heikki para ganar el mundial». La frase viene a sumarse al denodado esfuerzo que realizan en McLaren para que comprendamos de una puñetera vez la esencia de su política de igualdad entre pilotos, como la del visionario Whitmarsh, quien ya nos adelantó en diciembre pasado que «Lewis es ahora [era en aquel entonces] un producto absolutamente fiable. Puede liderar el equipo y ser el talismán que nos lleve a ganar el campeonato», o cualquiera de las vertidas por Norbert Haug desde que ha salido del zulo (de Silvertone para acá), y en especial la última: «Puede darse por hecho que Kovalainen seguirá con nosotros» (en comentario a DPA).
Con las órdenes de equipo prohibidas desde 2003, cabe preguntarse cómo encajan la previsión de liderazgo tan adelantada en el tiempo (¡coño, que la pretemporada ni siquiera había comenzado!), o esta renovación tan contundente y apresurada de un Kovalainen que está a 30 puntos de su compañero con tan solo 10 carreras disputadas (¿qué ocurriría en Ferrari si a estas alturas uno de sus pilotos estuviera a 30 puntos del otro?, ¿y en BMW?), con aquella filosofía de la que hacía gala McLaren el año pasado, y que de manera contumaz enfatizaba que la escudería siempre apostaba por tener auténticos gallos de pelea en sus filas…