Me dirán ustedes que soy malo, que mi lengua es de serpiente, pero no
me negarán que la cara del tipo de más arriba transmite cualquier cosa
menos confianza. Es el tricampeón más joven de la historia, un fenómeno
indiscutible, el hombre que atesora todos los récords habidos y por
haber, o casi, que en estas cosas siempre me tomo alguna licencia que
otra, y para colmo y como nos llevan días recordando los medios que se
llaman generalistas, a día de hoy mantiene una ventaja insalvable sobre
su más inmediato rival que casi le ha puesto el campeonato del mundo de
este año en bandeja.
Dicen que no tiene nada que demostrar, que lo ha batido todo, que es
una figura que quedará en nuestra retina y memoria por los siglos de los
siglos… Pero él no debe saberlo porque a ver, la cara de Sebastian
Vettel durante la rueda de prensa de esta tarde demostraba una
fragilidad y una tristeza indescriptibles.