El futuro no existe. He llegado a esta horrorosa sensación a base de ver una y otra vez todos esos anuncios que nos prometen una jubilación que jamás llegará, plena de caras a las que el tiempo ha respetado, jovialidad primaveral y extemporánea, dentaduras inmaculadas, y una felicidad que nada tiene que ver con ese 0,25% de aumento anual asegurado, con el que nuestro amado líder Mariano, trata de embaucar en julio a la masa social que tradicionalmente le asegura el triunfo en las elecciones.
Soy consciente de que incluso hay un spot que se ríe de estas cosas, para vendernos a la postre la misma mandanga aunque haciendo psicología inversa porque del 0,25% no salimos así la banca mejore sus balances la de dios es cristo, o las eléctricas, que están aquí por puro masoquismo, sigan ganando un pastizal que no se corresponde con el enorme riesgo que corren suministrando energía a hogares que no entienden que la cosa es cara y hay que pagarla. Y así y tal, y no mires a sus ojos porque te mienten, confía en los nuestros porque te mienten igual que los otros, pero al menos no nos andamos con medias tintas ni sonrisas profident a la hora de darte el palo...