Abro esta entrada remitiéndome al cuento tradicional del emperador al que engañaron unos desaprensivos para que vistiera un traje inexistente que sólo los paladares más exquisitos podían apreciar —fue tan capullo en su soberbia, que por no desmerecer, se paseó en pelota picada por la capital del imperio para cachondeo de sus súbditos—, por enmarcar la última tontería de Hamilton.
Y es que mientras a Lewis le amparaba el paraguas abierto por Martin Whitmarsh a primeros de diciembre pasado, con el rollo de que ya estaba preparado para liderar al equipo, y que en Woking y otros santuarios de la escudería, todo el mundo estaba listo para ayudarle a ganar su primer campeonato de pilotos [El líder], el inglés se animó a afirmar que el mundial de este año era una cosa entre Kimi y él, y que se sentía encantado de compartir equipo con Kovalainen… incluso llegó a admitir que Fernando le había enseñado muchas cosas como piloto (¡qué buen chico el asturiano!).