La primera generación que no había sufrido los rigores de la II Guerra Mundial pero sí la postguerra, no estaba satisfecha con el mundo que habían definido sus mayores. La Guerra Fría se había endurecido bajo la presidencia soviética de Leonid Brézhnev y con Lyndon B. Johnson en la Casa Blanca. La escalada de pruebas nucleares había tomado un nuevo impulso por parte norteamericana y mientras la Humanidad se preparaba para poner un hombre en la luna, el caos reinante no auguraba nada bueno ni en lo político ni en lo económico ni en lo social.
Casi a la par que Alexander Dubček definía un proceso liberalizador en Checoslovaquia que dio lugar a la invasión del país por las tropas soviéticas y del Pacto de Varsovia durante la conocida como Primavera de Praga, el General Charles De Gaulle se enfrentaba a un pulso que pondría en jaque los fundamentos de la V República y la legitimidad de su propia presidencia, que habiendo surgido de la intelectualidad universitaria de la época, consiguió materializarse en las calles con el apoyo de los estudiantes, el proletariado más diverso, los principales sindicatos y el apoyo explícito del Partico Comunista francés (PCF). Para el 13 de mayo se convocaba una huelga general que movilizó a más de 200.000 manifestantes sólo en París, que fue secundada en todo el territorio nacional por más de 9 millones de trabajadores...