Cuando hay gente que desestima, rechaza, o simplemente da la espalda a las pocas cosas que pueden unirnos como identidad, anda como pollo sin cabeza o ha perdido el Norte...
No está el horno para bollos como para no sentir algo especial viendo ganar de nuevo a Rafa Nadal, incluso si el manacorí no es de los tuyos. El deporte tiene esta peculiaridad: es capaz de congregar diferentes sintonías y hacerlas vibrar al unísono, pero hay quien prefiere negar la mayor con tal de hacer de Aarón en el cuento, y lo respeto, ¡por Dios, cómo no iba a respetarlo!, otro asunto es que me parezca una actitud mezquina y profundamente idiota.