Volvámonos razonables durante un instante y reseteémonos (¡jodido palabro de raíces bárbaras, lo que me ha costado escribirlo!), porque el calor nos está afectando de mala manera.
Reconozco que he empezado el día con mal pie. Como sabéis, soy lector de EL PAÍS, diario que ojeo mientras desayuno y en el tren que me lleva desde Portugalete a Bilbao (media hora en total, vamos, que la exposición no es preocupante), pero que compro para que mi cuñada Ana se haga a las tardes el crucigrama. Y el caso es que después de tragarme eso que escribe Don Joan Villadelprat en la sección de deportes, se me han quitado las ganas de meterme entre pecho y espalda lo expuesto a doble página por Don Oriol Puigdemont a cuenta de la carrera de Spa (encima salía Hamilton en fotografía a tamaño grandote), no fuera a ser que me diera un pampurrio y me quedara tieso en el sitio.