El mundo perfecto no existe pero hay situaciones que se acercan a la perfección, y es por ello que cada vez me resulta más extraño que las dejemos olvidar entre toneladas de desidia y condescendencia porque la modernidad y tal, y las empresas y tal, y esto siempre ha sido igual y tal...
La imagen de encabezamiento supone un retablo que hoy sería pasto de las llamas por irreverente. El público arremolinado ante dos bestias de las de antaño, observando tranquilamente cómo Niki Lauda parece que charla desde el habitáculo con un mecánico de Tyrrell mientras otro de la de Ockham —sí, como la navaja—, permanece atento a lo que hace uno de BRM vestido de rojo y calzado con mocasines relucientes. Es Mónaco pero la instantánea se repetía en cualquier lugar de calendario porque nadie tenía miedo y no campaba a sus anchas el coño copyright.