No hay que ser demasiado avispado para darse cuenta de que el mundillo de los blogs está salvando los muebles en una postemporada 2008 y pretemporada 2009 que poco o nada tienen que ver con otros periodos similares, aunque anteriores en el tiempo. Tampoco hay que serlo para aceptar que buena culpa de la actual situación la tiene las acomplejadas maneras de algunos periodistas, que abordan la información que cae en sus manos para verterla tal cual les llega en los lugares virtuales (en los de papel también abundan estas actitudes) que sus medios proponen a los aficionados como «fuente inagotable de actualidad», sin aportar una pizca de chispa, o de historia, que permita a los sufridos consumidores crecer en miras o conocimientos; y también la impresentable actitud de algunos especímenes que pululan por Internet, que no sopesan, como creo que deberían, que siendo más elegantes en sus exposiciones y críticas, ayudarían a mejorar el cotarro, y no a empeorarlo aún más.
El caso es que en este paupérrimo escenario que nos rodea a diario, los blogs independientes (incluyo en este amplio término a aquellos de los que tratamos de aprender y compartir, y a los de los profesionales que se desmelenan a horas intempestivas por tener contacto con nosotros poniendo en abierto sus inquietudes y saberes) han aceptado el reto y lo están resolviendo bastante bien, muy bien, diría yo, hasta el punto de que ahora invierto más tiempo en leer a mis compañeros que en pasarme por las bitácoras o webs oficiales, y disculpadme que haga de mi actitud particular un ejemplo genérico.