Cuando los Mercedes AMG dejan campo libre para que los de Segunda División jueguen libremente, ocurren cosas como las de esta tarde: el espectáculo vuelve por sus fueros y con esto de los cochecitos de colores se divierte hasta el Tato.
Por la razón que sea —no es un Expediente X que me atraiga especialmente—, Brackley ha decidido hacer mutis por el foro en Spielberg, cosa que es de agradecer —básicamente porque soy humano y estoy a rebosar de debilidades—, y lo ha hecho con gallardía y savoir faire, no como en el Gran Premio de España de 2016, ni mucho menos como aquí mismo el año pasado, cuando los dos coches de la estrella de tres puntas sufrieron uno de esos incompresibles fallos dobles que no les afectaban desde hacía decádas.