Un año más, y ya van unos cuantos, abandono momentáneamente mis labores en la cocina y comedor de casa para ponerme al teclado y desearos una feliz Nochevieja y una bonita entrada en el Año Nuevo.
2020 nos lo ha puesto bastante facilón, para qué engañarnos, y aunque todo consista en que estrenamos calendario cambiando de hoja y sustituyendo el 31 de diciembre por ese 1 de enero tan esperado, bien está que dejemos atrás todo lo que nos ha apesadumbrado desde mediados de marzo pasado y nos aboquemos a disfrutar por unas horas, unos días, o lo que tenga a bien ofrecernos el porvenir. No obstante, quiero brindar especialmente con todos los que habéis perdido a un ser querido. Yo he perdido unos cuantos amigos, Gontzal, Shellie, Celes, Luis Mari... es jodido recordarlos, así que imagino que será aún peor para aquellos a los que os han arrancado un trozo de corazón. Por vosotros, por los que están y los que no han podido llegar, por todos: ¡sed felices y buscad la belleza, es lo único que merece la pena!
Os leo.