Intuíamos que había gato encerrado en la maniobra que dejó a Bridgestone como proveedor único de neumáticos a partir de 2007, y ahora descubrimos que había pretendientes suficientes como para haber evitado una posición de dominio que se nos vendió como inevitable, amén de sumamente beneficiosa para el deporte y su futuro.
Sobre su supuesto beneficio deportivo, ya hemos visto la multitud de dudas, quejas y recelos, que han surgido a lo largo y ancho de estos tres años anteriores, quedando todavía por ver en qué términos acaba 2010. Sobre lo otro, lo del futuro, pues la verdad es que no hay demasiado que decir tras el anuncio de espantada que daba la fábrica japonesa de gomas, una vez que Max Mosley se apeaba de su poltrona como Presidente de la FIA. Vamos, que al parecer no ha habido nada de lo uno ni lo otro salvo que me haya saltado alguna línea.