Entramos en fechas complicadas aquí, en nuestro país. Fin de mes, inicio de la campaña electoral, festividad del Día de Ánimas, sábado no puntuable y domingo con carrera en Austin a las 20:10 de la tarde, que en algunas zonas del territorio peninsular empieza a estar más oscuro que los cogieron de un grillo...
No me gusta eso del Halloween, lo siento. Tampoco es que me encadilase demasiado ver Don Juan Tenorio después de la cena, pero estoy en etapa revisionista y creo que con todo el merequetén que se nos viene encima a partir de mañana al mediodía, desfile para disfrutar del puente incluido, nos vendría de perlas soltarnos la melena, pasear o meternos entre pecho y espalda cualquiera de las películas de Berlanga, un teatrazo como La venganza de Don Mendo, o, mismamente, Amanece que no es poco, pero en bucle, dados sus incuestionables y contrastados beneficios para la salud.
España está más triste que la leche y sólo nos faltaba una Noche de Difuntos en el mapa.
Contaba Lisa Marie Presley que cuando de pequeña le apetecía ver una película, el Rey del Rock alquilaba el cine. Magnificar los deseos de su hija, ése era el truco de Elvis... Tampoco estoy insinuando que el dinero compre cualquier sueño, que sí, lo hace; trato de decir que estoy hasta las avellanitas de tanto tenso y tanto Jorge de Burgos pululando por la tele o en redes sociales mientras lee el Apocalípsis de San Juan.
Contaba Lisa Marie Presley que cuando de pequeña le apetecía ver una película, el Rey del Rock alquilaba el cine. Magnificar los deseos de su hija, ése era el truco de Elvis... Tampoco estoy insinuando que el dinero compre cualquier sueño, que sí, lo hace; trato de decir que estoy hasta las avellanitas de tanto tenso y tanto Jorge de Burgos pululando por la tele o en redes sociales mientras lee el Apocalípsis de San Juan.
Hay que romper la rutina o nos devora. Una Noche de Ánimas en un año repleto de alegrías incluso puede estar bien como contrapeso, como memento mori, como punto de reflexión; pero un Año de Difuntos que se prolonga plúmbeamente desde el uno de enero requiere de nosotros algo de gallardía ibérica. Escribí la carta a los Reyes Magos hace unos días por ver si colaba y estoy como un chiquillo con zapatos nuevos esperando que en la madrugada del 1 de noviembre me traigan el Porsche 911 RSR que les he solicitado porfa, porfa, porfa...
Magnificar los deseos, soñar a lo grande, y pensar que si no llega el juguete siempre te puedes montar el Scalextric. Si el puente da miedo, ¡que viva el puenting!
Os leo.
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