Si me dan a escoger, prefiero mil veces que Nürbu conviva con tres Dakar, siete Montecarlo y dos Le Mans, que con una pretemporada, y no porque no me molen los inicios de campaña, sino, más bien, porque a ratitos resultan insoportables, muy insoportables, profundamente insoportables.
La gente tiende a cortarse las venas por un véte tú a saber, sin discernir muy bien por qué se las abre. La sangría resulta entonces inevitable y las manchas rojizo oscuras comienzan a ensuciar la sobrecama, el sofá o la moqueta. Llamar al CSI se hace tan urgente que no hay espacio, ni tiempo, para ponerse a pensar en lo que supone que un vehículo que destila buenas vibraciones durante el filming day, pase a ser un quebradero de cabeza insoportable de aguantar cuando el cronómetro de los entrenamientos de pretemporada comienza a descontar segundos.