Como sucede todos los años por estas mismas fechas, más que la temporada en sí comienza la auténtica pretemporada, esa que, por mor de la contención de gasto, no se ubica donde debería y acaba comiéndose un puñado de pruebas que abonamos como Grandes Premios y consumimos glotonamente para que los del yate las analicen con seriedad, y es que, por mucho bla, bla, bla, odas al simulador y explicaciones para párvulos, sigue resultando clave entrenar, corroborar la bendita correlación de datos y sondear hasta dónde son buenas las estimaciones, y decidír qué hay que cambiar o modificar [¿Queda mucho?].
Bueno, con pretemporadas oficiales de tres jornadas es obvio que no se va a ninguna parte, de manera que los equipos se toman el inicio de campaña como una etapa donde hacer lo que les impiden la FIA y Liberty.