miércoles, 23 de octubre de 2019

Ferrari, ¡ñiñiñiñí!


De lo de Renault en Suzuka todavía no se sabe —que no, que Enstone ha recibido varapalo—, lo que sí empieza a estar claro es que van a merma las filas de los juntaletras que escriben para las biblias de lo nuestro, lo que en vulgar paladino significa que de aquí en nada, nuestros mamporreros patrios van a tener que apañarse con mierda cada vez de peor calidad, que en esto como en lo otro y lo de más allá, la vida del plumilla de turno depende de su camello, y si éste es malo de cojones, ni os cuento cómo van a quedar las traducciones...

He escrito hasta perder las yemas de los dedos que resulta hasta cierto punto razonable que después de seis años de era híbrida Ferrari haya sido capaz de pillar a Mercedes-Benz, pero está visto que da igual. Para las aceradas mentes de los que insisten en que Maranello está haciendo trampas, se ve que es más importante (y sospechoso) que la italiana haya recortado distancias con Brackley, que la aludida y la fábrica de Brixworth, patente by Stuttgart, sigan perpetuando su dominio desde 2014 sin contestación aparente.

Hay que ser melón o hay que ser capullo, muy capullo, ya que estamos, para no ver que de Fórmula 1 se anda escasito cuando el único argumento que se enarbola para justificar que la unidad de potencia de La Scuderia esté pisando los talones de la alemana sea el atajo ilegal o la trampa.

Los agujeros del reglamento son democráticos, no son patrimonio de los british por mucho que se insista en que todos los aguiluchos, todos los aguiluchos, nacieron en Gran Bretaña. Ha habido tiempo y oportunidad para que Ferrari se haya puesto las pilas, que no es por nada, pero estamos en 2019. Insistir en esta sandez deja con el culo al aire a sus promotores y a los numerosos cooperadores necesarios, pero, sobre todo, nos indica de qué pelambre está hecha la Fórmula 1: de gente guay y de gente perjudicada que no sale de idiota o tramposa según sople el viento.

Mercedes AMG es la mejor escudería de todos los tiempos, pues decidlo, ¡coño!, y admitid de paso que cobráis sobre barcénico por reír las gracias a las estrella de tres puntas. Pero, por favor, dejad de darnos la turrada con vuestros aspavientos flanderianos. No los cree nadie que tenga dos dedos de frente. Hacéis el ridículo y se os nota, que no sé qué es peor; pero, sobre todo, sois cansinos hasta decir basta. ¿Hay pruebas?, pues ponedlas sobre la mesa. ¿No las tenéis...? Hijos míos e hijas mías, que os vayan dando por donde amargan los pepinos, que sé que lo habeis pillado.

Os leo.

1 comentario:

Josemi dijo...

Yo creo que es lo de siempre: cuando lo hacen los guays es astucia, cuando lo hacen los feos es trampa.

Y del mismo modo que los comentaristas de la television italiana no dicen "ferrari", dicen "nosotros", en ciertos paises que llevan la manija en la informacion que leemos tampoco dicen "ferrari", son el enemigo.