Uno piensa en estas fechas, en la melancolía que destilan, en el futuro que asoma las orejas por la esquina, y cede inevitablemente al peso de las fechas, al de la melancolía, y al del miedo a perder el presente por pensar demasiado en el mañana. No es que espere mucho de la vida, que en el fondo sí lo hago. Podría pasar por un megalómano frustrado, pero me siento un soñador empedernido, conformista con lo poco que tiene y reacio a cederlo por las buenas. Juntas a eso que has nacido en Portugalete y llevas sangre navarra en las venas, y tienes ante ti un complejo sinsentido…
Aspiro a comprenderme algún día, pero hoy no toca y por ello ando levantisco y guerrero, y es que hay momentos en que el rival te lo pone a huevo y te entran ganas de salir de la trinchera enarbolando el AK-47, pegando cuatro gritos. Total, la nadería de siempre: te prometes no abundar en lo de Michael Schumacher por no aburrir, y tal que ayer, día de los Santos Inocentes, sale Ralf de su baúl y te recuerda de qué iba y ha ido siempre el contubernio que no suelta el cuello de lo nuestro.