1969 será el año de Woodstock y el alunizaje en nuestro satélite, cuando la clase media descubrió la magia de los créditos al consumo y la juventud seguía huyendo hacia adelante a lomos de la psicodelia y las drogas o trataba de recuperar influencia política mediante diferentes formas de activismo y protesta. Milton Friedman ya había diseñado el ADN de los demonios que asolarían la década siguiente y, en la vieja Europa, De Gaulle, que había vencido al Mayo del 68 pero sólo nominalmente, renunciaba a la presidencia once meses después de su victoria en las urnas a finales de junio del año anterior.
Georges Pompidou se proclamó nueva máxima autoridad del país galo el 15 de junio de 1969, domingo de Le Mans, y el ACO, por segunda ocasión consecutiva, se vio obligado a modificar el horario para su carrera, de forma que si en 1968 adelantaba una hora la salida por evitar los rigores del otoño [Una noche larga, 1968 (#24LeMans 36)], en 1969 la adelantaba en dos para favorecer que la jornada electoral discurriera sin contratiempos.