Iba a titular esta entrada Mandanga Style pero no lo he considerado apropiado. Está la cosa lo suficiente delicada como para que no me apetezca ni rozar, siquiera, uno de los flancos más débiles que tenemos, y no porque ellas lo sean, más bien, porque nos faltan avellanitas para aceptar que los hombres formamos parte de la zona injusta de la vida.
Salimos de Azerbaiyán, uno de esos lugares de la Tierra a los que nos llevó Bernie porque allí se aceptaba como normal que una hembra pudiera vencer a un varón en pista. Nos cagamos en lo que no está escrito cuando Liberty Media decide pasar de las Grid Girl, acusamos a las medianías de cobardía, pero no acertamos a calibrar hasta qué punto llevamos el pecado original dentro. Llegábamos a Bahrein, yo desenfudaba mi seis tiros izquierdoso y Gring me contenía advirtiéndome que peor andábamos en China, o en Malasia, o en Hungría...
Salimos de Azerbaiyán, uno de esos lugares de la Tierra a los que nos llevó Bernie porque allí se aceptaba como normal que una hembra pudiera vencer a un varón en pista. Nos cagamos en lo que no está escrito cuando Liberty Media decide pasar de las Grid Girl, acusamos a las medianías de cobardía, pero no acertamos a calibrar hasta qué punto llevamos el pecado original dentro. Llegábamos a Bahrein, yo desenfudaba mi seis tiros izquierdoso y Gring me contenía advirtiéndome que peor andábamos en China, o en Malasia, o en Hungría...