Se llevaron al gudari el domingo pasado y todavía siento su calorcillo tibio entre mis brazos, cuando pillado en alguna trastada en el estudio, le regañaba primero para querer merendármelo vivo después... Noto su ausencia y también la nota Sura, su madre, la gata que mientras espera a que las cosas encajen para poder reencontrarse con su pequeño, busca refugio detrás de la pantalla del ordenador para jugar con el teclado, el cable y el ratón, y las manos que tratan de convertirlos en algo útil con que matar mis ratos y los vuestros.
El domingo, los optimistas caíamos en combate. Fue duro ver ceder la rodilla a Fernando, y a Kimi incapaz de sacar más de ese draco rosso que nos ha salido dolorosamente frágil en tiempos en los que no parece haber espacio para la fragilidad, en los que Tim Cook recuerda a Martin Luther King y Oriol Junqueras recuerda también a Martin Luther King, y seguramente mañana, quién sabe si Cristóbal Montoro, José Ignacio Wert o Pedro Sánchez, o cualquier otro, tal vez Pablo Iglesias, recordarán al hombre que una noche tuvo un sueño de conciliación que con el paso de los años se ha convertido en mercancía barata que lo mismo sirve para vender teléfonos móviles de última generación que ideas de todos los tamaños y colores.