Mañana San Juan y esta noche el olor a humo que viaja desde lejos hasta el patio.
Entre que no se reciclaba y éramos unos desaprensivos de la órdiga bendita con el medio ambiente, antaño se preparaban las sanjuanadas del año siguiente todavía humeando las del corriente. Santurce lucía espacios abiertos entre los bloques de casas recientes, que se ocupaban con huertos, moreras y algunos árboles frutales, manzanos y perales la mayoría; donde habitaban los gatos y los malditos roedores, y donde mi hermano y sus amigos levantaban cobertizos (txabolak) en cuyo interior mataban su adolescencia fumando Celtas, Ducados, o cometiendo otro tipo de pecados veniales.