En mi tierra, para firmar el paso de la pubertad a la madurez, le dan al zagal dos huevos y casi medio litro de aceite con una pizquita de sal y un chorrito generoso de vinagre, en vez de una lanza y ahí se las componga trayendo una bestia a la tribu, y como la mahonesa no salga como tiene que salir, ¡ay como la mahonesa no salga como tiene que salir...!
La chicas siempre lo han tenido mejor aquí para estas cosas de los tránsitos de niña a mujer. Mandan desde su más tierna edad; ya estaban empoderadas antes de que llegaran los romanos a estos lares. En fin, el matriarcado vasco tiene orígenes remotos y ellas pasan de la pubertad a la madurez como quien camina sobre las aguas, sin hacer mahonesa ni nada.