Tras el triunfo del Partido Republicano en las elecciones de los Estados Unidos de Norteamérica de noviembre de 1952, Dwight D. Eisenhower, recién estrenado como Presidente a comienzos de enero del año siguiente, asentó su política exterior en el valor de la democracia como contrapeso al comunismo.
Continuábamos en plena Guerra Fría, y Whasington seguía haciendo verdaderos esfuerzos para que regímenes como el de Franco encajaran en el concepto de mundo libre que trataba de exportar. España resultaba sumamente golosa para los intereses de los USA en el viejo continente, por su situación geoestratégica y por sus materias primas, de manera que, aunque había quedado fuera del Plan Marshall (Programa de Recuperación Europeo), en los Pactos de Madrid de septiembre de 1953 se establecieron las bases de una colaboración entre las dos naciones que permitieron que nuestro país comenzase a salir del aislamiento y ser considerado «amigo» de los EEUU, aunque con muchos matices.