Hay días en que resulta complicado abstraerse de lo que nos venden como realidad. Me gustaría contar cerca con alguno de esos representantes del integrismo panescéptico, para preguntarle si la verdad les da tanto miedo que no pueden mirarla sino de espaldas, imponiendo a los demás que hagan lo mismo mientras no mueven un dedo por enfrentarla a la cara o a los pies, por ejemplo.
Una de las cosas que más agradezco a mis horas y horas de lectura de los abundantes volúmenes de la colección Drakontos (Ed. Crítica) que tengo en casa, ha sido sin lugar a dudas, que detrás de los grandes nombres que definen científicamente nuestro mundo, hay auténticos filósofos que han valorado más el hecho de hacerse preguntas, que la obtención de respuestas.