De pronto el aire huele a colonia para bebés, y no es que me disguste. Uso a diario Nenuco, incluso cuando me visto para la guerra me refresco con ella, la misma que utilizo con Amama; eso sí, para las ocasiones graves me pongo Atkinsons English Lavender porque no hay nada como la Atkinsons para funerales, bodas, bautizos, firma de contratos, celebraciones y misiones encubiertas con licencia para matar.
Hasta no hace mucho nuestro deporte en España olía a Varón Dandy, Lucky, Brummel, acaso Puig y Farias —en algunas zonas de nuestra geografía todavía están en uso—, pero eso era cuando todavía resultaba posible hacer anuncios que decían «¡"Ellas" les prefieren con Lucky! Lucky distingue, porque es distinto. Porque es el aroma del hombre decidido y correcto...» Luego se fue al carajo la virilidad autoimpuesta, lo de saber qué es ser distinto, decidido y correcto, los anuncios de perfume y agua de colonia se pusieron a enseñarnos francés e inglés por televisión, y yo, que ya venía torcido, aprovechando que nació mi hijo me torcí del todo y me puse de Nenuco hasta arriba, ya sin excusas, claro.