En un par de días, a lo sumo tres, se nos habrá quitado de encima la murmia que nos embarga. De aquí en pocas jornadas estaremos en el Autódromo Internacional del Algarve, donde la Fórmula 1 disputará el Gran Premio de Portugal, y bueno, primero nos las vemos allí mismo, en Portimao, y una semana después volvemos a Imola para disfrutar del Gran Premio de Emilia-Romaña antes de un nuevo parón y la traca final de la temporada: Turquía, Bahrein y Sakhir (ambas sobre dos variantes del trazado bareiní), y Abu Dhabi, que no falte Yas Marina cerrando la campaña con la coronación de Lewis Hamilton.
No me gusta este campeonato Frankenstein que se ha sacado de la manga Liberty Media pero, como decía aquél, más se perdió en Cuba. De las seis pruebas que faltan, la mitad se desarrollará sobre circuitos inexplorados por nuestra disciplina, al menos en su formato actual, lo que nos pone en que vamos un poco a lo que salga, que no digo que carezca de intríngulis, pero a fe mía que el asunto casa mal con eso del pináculo del motorsport. Sea como fuere, 2020 consistía en torcerle las malas intenciones al coronavirus y, si todo sale como está previsto, parece que en diciembre podremos cantar victoria.
Sigo cruzando los dedos. Os leo.