Como buen hijo del Imperio Austro-Húngaro, Alfred Neubauer apuraba la copa de sus propias contradicciones mostrándose en público más alemán que nadie. Trabajaba para la estrella de tres puntas en Stuttgart-Bad Cannstatt y el disfraz le valió en 1931 ser considerado útil para Mercedes-Benz después de su primera retirada oficial de las competiciones, solapada en la historia por la que tuvo lugar veinticuatro años después.
Oficialmente había sido así —nada que objetar, supongo—, pero las presiones de La Cancillería y la necesidad de seguir mostrando al mundo que Alemania no tenía rivales, llevó a la firma a mantener a Neubauer en nómina y a dispensar todo su apoyo al equipo de competición que no competía oficialmente, en el que estaba integrado Rudolf Caracciola, Caratsch (Karratsch), Rudi...