Le daba un 5º o un 4º en calificación, delante de Heidfeld o Trulli, con bastantes posibilidades de quedar inmediatamente detrás del hijo de Anthony Hamilton o Kovalainen (preferiblemente del primero), pero cuando lo vi marcando el mejor tiempo en la Q3 sentí una alteración en la fuerza que soy incapaz de trasladar a estas líneas. Más tarde, cuando Kimi le quitó la pole, lejos de amargarme la mañana, lo agradecí, porque mi cuerpo no estaba preparado para tanto sobresalto.
He defendido aquí mismo las posibilidades del R28, haciéndome eco de los muchos aficionados con los que coincido en pensar que Fernando no se había equivocado cambiando de escudería, así que no tengo que justificar nada, pero ello no es óbice para que no recuerde brevemente la cantidad de idioteces que se han dicho de Renault en estos meses pasados, porque en cuatro miserables carreras, Alonso ha pasado de no contar a hacerlo, y lo que es mejor: cumpliendo a raja tabla el programa que él mismo anunció en febrero.