Imaginar cómo quedan los espacios cuando no hay nada en ellos es un hermoso ejercicio de autoayuda al que recurro más a menudo de lo que me convendría. Como por arte de magia surgen las cuatro esquinitas sobre las que nos soportamos, y las dudas sobre si son o serán, suficientes como para dibujar nuestro propio y pequeño mapa del mundo, para establecer el rumbo correcto, para soportar lo que queda, lo que habrá de venir, o aún para valorar si lo que dejas atrás ha valido realmente la pena.
Félix anunciaba la semana pasada su decisión de aparcar El Lince del Paddock. Metódica y pulcramente, tan a su manera, ha ido haciendo los deberes para vararlo adecuadamente en la arena, e inevitablemente he recordado que cuando me animé a iniciar mi propia aventura, su blog formaba parte de esas esquinas que mencionaba más arriba.
Félix anunciaba la semana pasada su decisión de aparcar El Lince del Paddock. Metódica y pulcramente, tan a su manera, ha ido haciendo los deberes para vararlo adecuadamente en la arena, e inevitablemente he recordado que cuando me animé a iniciar mi propia aventura, su blog formaba parte de esas esquinas que mencionaba más arriba.