Conozco el percal, basta que una de mis cuñadas señale una ofensa intolerable, para que el resto se ponga en marcha como las legiones de César y a uno sólo le quede encontrar rápido la puerta, pues, como me tiene advertido Álex, en estas guerras, soldado que huye sirve para otra batalla...
No había más que ver la cara risueña de los componentes de la hinchada de Colapinto para comprender el peligro feroz que entrañaban, cuando, incauta la masa de fans del chiquillo, reclamaba un buen auto para su compatriota cantando a coro frente al garaje de Alpine.