Comprendo —de verdad que lo hago, aunque no me resulte sencillo—, esa tendencia tan arraigada en muchos espesitos de los nuestros, por lamer públicamente la bota de quien no merece tanta saliva. Intuyo que imaginan que Roma, no sé si en esta vida o en la siguiente, les acabará dando unas chuches como pago a sus servicios, total, ayer se trataba otra vez, de ese español que no encaja en el discurso oficial del Fair Play ni en las homilías de los santurrones que sufren orgasmos cuando al de Oviedo le va mal.
En el Gran Premio de Arabia Saudí sucedieron únicamente dos cosas: la FIA no anduvo lista en la aplicación de una sanción, como de costumbre, y una escudería hizo un uso torticero del Reglamento para conseguir un puesto que no supo obtener en pista con ninguno de sus dos coches... Hombre, llamar a esto «ser listo» es de ser muy palanganero o bastante idiota.