No temáis, son fuegos artificiales silenciosos, de esos que no lastiman y asustan a nuestras mascotas, y aunque mañana, como todos los 1 de enero, recogeré temprano del cesped y la hojarasca de Basotxu algún pajarillo cuyo corazón no pudo aguantar la alegría desbordada de los bárbaros, es hora de felicitarnos juntos porque se termina un año de mierda y mañana el calendario nos propone 365 hojas limpias, en blanco, que rellenaremos con garabatos temblorosos, promesas difíciles de cumplir, sueños que nacieron rotos y toneladas de ilusión que encallarán en las complicadas escolleras del día a día...
No temáis al futuro. Hay algo profundamente hermoso en tener la certeza de que nada puede ser peor que lo vivido, lo sé, porque, como algunos gatos de Gorliz, he gastado un puñado de vidas en llegar a la que vivo.