Algo va rematadamente mal cuando hasta el más acérrimo aficionado al
fútbol te pregunta acerca de por qué tienen tanta importancia las ruedas
este año. Le dices que no sólo es este año, sino que ya llevamos con el
asunto al menos tres, contando lógicamente con los pedruscos de
Bridgestone en 2010. Le explicas un poco en qué consisten ahora los
neumáticos y lo más que consigues es que tu interlocutor abra la boca
para decir a renglón seguido: ¡pues vaya mierda, no?
Pues sí, ¡vaya caca!, que diría aquél. Y piensas irremediablemente en
Bernie Ecclestone pidiéndole a Juan Mari Arzak que le confeccione un
plato que sólo dure un suspiro, porque lo que mola de ir a un sitio tan
exclusivo no es la comida que sirven sino el ir y venir de los
camareros, y te asalta la figura de Alberto Chicote entrando en la sede
de la FIA en la Place de la Concorde con el balón de rugby en
la mano, para comenzar a levantar tapas, oler cazuelas y lanzar
jaculatorias al cielo, mientras recuerda machaconamente a Fangio, a
Moss, a Clark, a Stewart y Fittipaldi o a Gilles Villeneuve.