Vivimos en un suspiro y es leer algo que ha vertido por su bocaza el gran Jacques Villeneuve, e inevitablemente, que se me vayan los dedos al ala de la chistera.
Ayer nos decía adiós el gran Gene Wilder y con su ausencia se nos va quedando cada vez más pequeño el zurrón del buen humorismo. Nos queda lo otro: el del chiste fácil y el abuso de lo ramplón, y se ve que cualquier circunstancia sirve para que aflore como setas en otoño.