Como sabéis, más que de gin tonic soy de whisky, whiskey o bourbon, seco siempre, y permitidme que dedique esta entrada a los integrantes de la Cofradía del Tercer Gin Tonic, que andan los pobres pensando que los llamo borrachos, cuando lo que hago utilizando este concepto es sustantivar que a partir del segundo lingotazo es cuando se percibe la talla del artista, cuando aflora la maestría en la composición y el pergeño de ideas, o, en su caso, cuando se demuestra que no todo el mundo vale para según qué cosas.
Sea como fuere, hoy hay mucho que celebrar, como si fuese un 22 de diciembre cualquiera, que a quien no le ha tocado el gordo de la lotería le compensa tener salud o pensarse amado, y es que si daba purrús escuchar a los de los chismes sobre la renovación de Carlos Sáinz, una vez conocido que el madrileño sigue en Ferrari hasta finales de 2024, produce mucha vergüencita ajena comprobar (una vez más), que no hay orgullo torero cuando toca competir con incels y párvulos en aquello del yo lo dije primero...