Abusando de que nadie me vigila salvo mis cuñadas, ¡ejem, ejem, ejem!, me he tomado la tarde para zascandilear un poco y completar el visionado de los capítulos que me faltaban de la serie Fernando, emitida a través de la plataforma Amazon Prime, y debo confesar que los cinco episodios por separado, así como en conjunto, me han dejado muy agradable sabor de boca porque han ayudado a completar la figura pública de un tipo controvertido y muy desdibujado por los chismorreos, los dardos envenenados, los prejuicios, la ignorancia más supina, las noticias sin contrastar y los demasiado habituales según se dijo.
Aquí soy juez y parte, no lo voy a negar. Me gusta el Nano, me considero alonsista, siempre lo he aceptado como es, tanto dentro como fuera de la pista, pero había muchas cosas de su vida que desconocía o conocía a medias, y Fernando me ha ayudado a rellenar mis abundantes lagunas, que es lo mínimo que se puede pedir a una serie de estas características. Así las cosas, acabada la revisión de los programas me gusta más el Nano, me considero todavía más alonsista y me alegro de haberlo aceptado tal cual es, sobre los circuitos y lejos de ellos...
Os leo.