Si os soy sincero, diré que me gusta más esta Formula 1 que la que finge ir de deporte y estar entre las actividades más excelentes que existen.
Me llena de infinita ternura que Haas pueda tener algo que decir al respecto de si finalmente entra o no Andretti, y lo mismo me pasa viendo a estos señores tan serios tirándose al lodo para luchar por eso que los doctos llaman «poder». Echo a faltar al rebelde alemán disfrazado de monje empujando a Ben Sulayem o a Wolff, o a David Richards, cuando intentan liberarse del barro, y, quizás, que propongan Lucky como mejor serie de animación en la próxima Gala de los Oscar, pero el mundo no es perfecto y uno debe consolarse con lo que hay, para felicitarse luego por poder hacer memoria y narrársela a quien nos escucha.