viernes, 4 de octubre de 2019

McLaren y el cielo


Antes de ponerme a escribir me ha dado por brujulear un poco el terreno abonado a comienzos de temporada con los comentarios, opiniones, o simples sentencias y augurios sobre la McLaren que íbamos a tener que soportar este año, y he tenido que dejarlo por cuidarme la recuperación de la gastroenteritis de hace una semana, pues dicen que las alteraciones de ánimo afectan al estómago y... bueno, tampoco he querido arriesgarme a que siga siendo verdad.

Estamos a 4 de octubre y Twitter se afianza en primera posición como hábitat natural para el escaqueo, el cambio de bando a las tantas de la madrugada y el abandono de trincheras a su suerte... Con razón desembarqué tan tarde en la red del pajarito.

En fin, entiendo la diferencia entre tomar las cosas con cautela y cogérsela con papel de fumar, pero es asaz turbador, que diría el gran Forges, que vivamos constantemente en la cuerda floja porque, por evitar que más tarde resulte necesario desandar lo andado, la creación de contenidos ofrezca como rigor enlazar a quien miente o como fuente fiable al primero que dice que sabe de eso, cuando, para colmo, los rigurosos despachan a los que no comulgan con ruedas de molino con el sambenito de conspiranoicos y poco serios.

Poca seriedad es no haber sabido ver (a tiempo) que el problema de McLaren-Honda estribaba en la ausencia de un equipo B que hiciese los deberes como se los hace Toro Rosso a Red Bull en la actualidad; o no haber previsto que la manzana Renault podía tener algún gusanillo dentro; por no hablar de la gloriosa salida que pasaba exclusivamente por embarcarse en el diseño de una unidad de potencia propia.

Juntas tanta mediocridad de criterio (propio) a los comentarios de especialistas y entendidos que se tomaron como algo personal la salida de Ron Dennis y su sustitución por Zak Brown, y tienes el caldo de cultivo perfecto para que a comienzos de 2019 muy poquita gente diera un céntimo por la recuperación de McLaren, mucho menos que la imaginara consolidada en la cuarta posición del Mundial a falta de escasas cinco carreras.

Y no lo veo mal, que conste. Forma parte de la naturaleza humana. Lo que me apena es saber de antemano que como las cosas se tuerzan tan sólo un poquito, la alegría que nos inunda estallará como un globo porque el rigor cogido con alfileres tiene menos estabilidad que una pluma en el aire, aunque cuando toca suelo jamás se despeina.

Os leo.

1 comentario:

anonimo dijo...

Por mi parte tengo una sensación dividida: Por un lado festejo que McL no se haya convertido en otro Williams (un pasado glorioso con un presente de lástima), pero por el otro este pasado glorioso debe hacerles ver el cuarto puesto como un fracaso.
La realidad hoy es que los motoristas tienen su equipo "A" (Ferrari, Mercedes, Renault) y difícilmente permitan que les superen sus equipos-cliente. Honda, aún siendo la excepción, claramente no va a querer portarse decentemente con McL, al menos por el momento.
La heroica de desarrollar un motor propio implica un presupuesto enorme...
Sds.
Martín