Me encanta el narcisismo anglosajón, fundamentalmente porque para eso hay que valer...
Tanto oír hablar estos días del pecado de italianización de Ferrari como causante de la debacle de la rossa en Fórmula 1, da la sensación de que en el Reino Unido sí saben hacer la cosas y nuestro deporte no es sino un exponente más de lo bien que las hacen. Sin embargo, lejos del regusto por mirarse el ombligo que muestran los juntaletras isleños, la realidad es muy diferente.