El mundo se estaba despidiendo de él aunque no lo notaba. Watkins Glen quedaba lejos a primeros de agosto de 1973, un cinco, domingo.
Aquel Grand Prix de Alemania se proponía como las carreras anteriores: Jackie contra Emmo y su endiablado Lotus negro. Y él, como siempre, dispuesto a proteger las espaldas de su número uno, el escocés, su amigo.