No conocía a Anthoine Hubert. Su apellido me suena, pero poco, seguramente de haberlo leído en alguna parte. No soy habitual de las fórmulas menores porque mi tiempo da para bastante menos que a otros y es algo de lo que no me arrepiento. Total, que me he pasado la tarde huyendo de las coño especulaciones, que han debido salir abajo de Santo Domingo en plan encierro de sanfermines y al parecer no me han pillado, por suerte debería decir, aunque tampoco es que me preocupe tanto.
También he pensado en los pocos muertos que acumulan a sus espaldas algunos, déficit que les ha llevado a tratar a sus compadres como parvulitos y a negar a los que no conocían a Hubert la posibilidad de llorarlo, como si fuese tan sencillo, como si resultase posible no sentir nada ante un chiquillo que tiene la mala fortuna de rebotar en las protecciones y anclar su monoplaza en la trayectoria de Correa en pleno arranque de la recta de Kemmel...