miércoles, 27 de noviembre de 2019

Sobre Le Mans 66...


Ya hemos cumplido con la liturgia y aunque Le Mans 66 supone un gigantesco ejercicio de onanismo yanki que está basado (pero muy de lejos) en hechos reales, la verdad es que me lo he pasado como un enano disfrutándola.

Engancha rápido y te ves sumergido en la trama a velocidad de GT40, pero como no es cuestión de destriparla ni mucho menos de hacer una crítica cinematográfica, reitero lo que dije la última vez que hablamos en Nürbu de la bendida película: «Mi recomendación es que os déis una puta oportunidad y os metáis en la sala sólo con la intención de ver una historia por descubrir si os atrapa» [Daros una oportunidad], que lo hace y con notable alto a pesar de sus numerosas pasadas de frenada y el abuso de clichés.

Le Mans 66 supone un muy buen entretenimiento que justifica de sobra el precio de la entrada, vaya por delante.

No es Rush ni se acerca tanto a la realidad que dice visitar, ni alcanza la Le Mans de Katzin y McQueen, seguramente porque aquella era ficción pura y ésta necesitaba basarse en hechos reales para vender al adolescente público norteamericano la idea de que los Estados Unidos fueron la mejor demostración de músculo y dólares a mediados de los 60 del siglo pasado y, estirando la cosa, que quizás lo sigan siendo en la actualidad.

Me sobra esta parte porque el guión tiene densidad y atractivo suficientes como para haber sobrevivido sin apoyos artificiales, ya que, en el fondo, es una historia de superación en el marco del automovilismo deportivo que lo tiene todo para funcionar: Rey se toma a mal que otro Rey no se rinda a su talonario, y furioso encarga la destrucción total del reino del felón desagradecido, para lo cual, se hace con los servicios de un díscolo y rebelde aventurero cuyas riendas son hábilmente controladas por un hombre de la casa y total confianza, Shelby...

No es la polla de Bedoya pero como vengo diciendo: funciona porque sus claves narrativas hace décadas que están instaladas en el acervo del consumidor de cine y se reconocen a la primera. El resto es un decorado monumental plagado de joyas con cuatro ruedas, un sonido fabuloso y una banda sonora que quita el hipo, y amaneceres y ocasos, y un Bale que se sale y dramitas personales, domésticos y empresariales, y dudas, muchas dudas sobre si todo habrá merecido la pena o se llegará a cumplir el objetivo.

Y bien, a Ford la cinta no le ha gustado demasiado [Ford distances itself from Le Mans '66 film], pero esto no es relevante porque seguramente a Ferrari tampoco le habrá hecho tilín. En fin, os prometí que hablaría de ella en cuanto la viera y aquí estamos, a miércoles 27 de noviembre de 2019, confesando que me lo he pasado pipa, que la visionaré de nuevo, y recomendándoos que la veáis si todavía no lo habéis hecho.

Os leo.

2 comentarios:

Lastra dijo...

La polla de Bedoya? :)))

Pero no era el agua de Mondariz la que te hacía crecer la nariz y la de Bezoya la que era buena p'a lo otro?

ivano dijo...

Sólo con ver la foto de estos dos titanes ya merecerá la pena verla imagino. No conozco la historia, prometo ponerme al día, supongo que ya en las fechas del carbonero.

A mí lo que más me gustó de Rush, fíjate, fue cuando Nikki le dice a su futura mujer que el siente el coche con el culo, vieja escuela total jajaja