domingo, 17 de noviembre de 2019

Hiperventilación


Ha comenzado la época de las migraciones y los diferentes rebaños cambian de densidad como por arte de magia. No es nuevo ni preocupante, a nadie le gusta perder la posibilidad de parecer seguidor de toda la vida del astro vencedor, aunque para ello sea necesario dejar en el camino al otro astro vencedor que ya no mola tanto como antaño.

Las redes sociales tienen un papel cada vez más importante, sobre todo para los que piensan que no se puede vivir sin ellas, aunque lo que me sigue matando de verdad es la seriedad con que se hace todo allí dentro o allí fuera, que, la verdad, no sé dónde coño ubicar el concierto. Hay bromas genuinas y bromas que sobran, chistes apropiados y chistes extemporáneos, y por supuesto, gravedades de medio pelo y gravedades rotundas, y no te pases con las lindes que enseguida se recurre al gurú de turno para que ponga las cosas en su sitio.

También hay mucho impulso y mucha naturaleza humana con sus contradicciones y flaquezas, pero lo importante es fingir que nacimos sin sexo y con alas. Luego está la realidad y eso que algunos llaman verdad absoluta, y la gente hiperventila que es una barbaridad a la hora de defender que todo sigue siendo blanco o negro porque aceptar que también existen infinidad de matices, y de grises, supondría darle la razón al enemigo. E hiperventila aún más, no por la profundidad del vado ni por la posible presencia del cocodrilo, ni siquiera porque en la otra orilla pueda haber leonas o leopardos, sino por el qué dirán...

Nos está quedando una afición la mar de cachonda pero también muy seria y rebosante de rigores, que a fin y a cuentas es lo importante, ya que luce mal desvivirse por un pasatiempo que tampoco es que lleve a nada aunque resulte el escenario ideal para tener razón siempre. Y que no falte, que diría mi abuela.

Os leo.

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