domingo, 3 de noviembre de 2019

¿El séptimo?, ¡que pase!


Ya está, ya ha pasado. Con un poco de suerte, ahora que tiene el sexto en el bolsillo, Lewis nos podrá regalar en Interlagos o Yas Marina uno de esos momentazos que sólo él puede proporcionarnos, y lo digo con la mano en el corazón, ya que me parece un absoluto desperdicio que un piloto de sus características, dotado de unas cualidades ciertamente excepcionales, únicamente brille de un tiempo a esta parte cuando todo está controlado a su alrededor.

El negocio lo ha querido así y aquí cabe muy poquito que decir. Hamilton reina desde 2017 sin rivales a su altura y esto supone una merma para el espectáculo porque nos impide ver qué sería capaz de hacer el británico si tuviera que enfrentar la adversidad en la pista. Lo juego todo a que esa hipotética versión de Lewis sería infinitamente más interesante para todos que la que nos ofrece la Fórmula 1 actual, y aquí resulta curiosa la poca confianza que tiene el deporte en uno de sus mejores valores, que precisa que todo está atado y bien atado para mostrar al mundo lo que a todas luces resulta incuestionable.

Solicitaría a las altas instancias de lo nuestro que se dejaran de moñeces en 2020, pero sé perfectamente que llego tarde y no servirá de nada. Nuestra disciplina no sabe vivir fuera de su zona de confort: coches dominadores, neumáticos rendidos al poder del paddock, escaleta bien definida y una prensa amiga dispuesta a todo.

Personalmente me gustaba más el Hamilton de 2009 a 2012. Era más denso, más poliédrico, menos lineal. Sus destellos eran genuinos. También era menos místico, seguramente porque no le hacía falta. Pero la Fórmula 1 estaba embarcada en otros objetivos durante aquella época, como promocionar a los altares del deporte a un figura que se ha deshecho en cuanto le ha tocado bregar a la intemperie. Y aquí viene lo bueno, porque ese ardid impostado de la supuesta rivalidad entre Hamilton y Vettel no ha existido nunca. El de Tewin venía de sobrevivir, crecer y hacerse fuerte, mientras que el de Heppenheim tenía por delante todo un infierno por descubrir.

Lewis es infinitamente más fuerte que Sebastian. Tiene sus cosas, como todos, pero si no le plantas cara te come...

En fin, no soy el guionista, aunque sí puedo aventurarme a decir que conseguido el sexto, el séptimo resultará pan comido, lo que me lleva a homenajear al bendito Antonio Fraguas, Forges: Mariano, llama el séptimo. ¡Que pase!

Os leo.

3 comentarios:

Antonio L. dijo...

Tantos títulos conseguidos sin sufrir para mayor gloria de los brithis que ya están a un título de empatar con el considerado mejor de todos los tiempos, porque lo que mandan son los resultados.

Enhorabuena Lewis, has sabido estar en el sitio adecuado en el momento oportuno y es de recibo reconocer tus dotes de adivino cuando nadie (yo incluido) pensaba que habías acertado. Esto no quiere decir que no te reconozca como uno de los grandes, pero como sabemos los que nos gusta este deporte, los triunfos sufridos y luchados saben mejor y con el tiempo se valoran más.

El séptimo está al caer,a nos ser que Honda de con la tecle y Ferrari de los galones a Charles. ¿Y que hacemos con Vettel?......... me temo que antes que ayudar a su compi, le regala el séptimo a Lewis.

Un saludo de un Alonsista "resignado".

Elín Fernández dijo...

El libreto decía que para 2020 superaría con 8 al que tiene 7, pero se metió sin permiso un tal Nico al que llaman Britney. Una vez superado, pero ahora el plan es empatar, cambiemos las reglas... pero superficialmente.
Con solo cambiar la aerodinámica y chasis y no hacer cambios mucho más profundos también en las P.U. esto será más de lo mismo. Suerte esta Leclerc y Max que una vez bien montados lo comerán con patatas fritas... al del martillo.

Anónimo dijo...

De los 6, uno se lo ganó a "mi Felipe", dos a Britney y tres al marido de Emilia.

Al menos Hacendado luchó 2 con un chaval de Oviedo.

Un saludo Don José