Carlos Alberto Reutemann destacó en Brabham por su temperatura, finura y velocidad. Enzo Ferrari lo llamó a Ferrari a poner las pilas a Niki Lauda y, también, por parar un poco los pies a Clay Regazzoni, que el suizo andaba muy ocurrente y creativo bajo las sábanas. De allí el argentino escaló a Lotus y poco después a Williams, pena que en la de Didcot (entonces), Lole casi encuentra su tumba profesional porque Sir Frank estaba más interesado en los petrodólares de sus amigos saudíes y en mostrar que la tenía más grande, que en la calidad de uno de los pilotos más bellos y eficaces en pista que hemos disfrutado.
En fin, en 1980 ganó Alan Jones el Mundial porque andaba por allí nuestro protagonista, pero en 1981 quedó por detrás del de Santa Fe y a día de hoy es un piloto que atesora el triste récord de no tener ni un miserable fan entre la abundante fauna de aficionados que me rodea, y mira que tengo amigos raros...
Obviamente no soy del australiano y sí mucho del piloto austral. También es verdad que los tiempos han cambiado. En aquella época, por ejemplo, hacíamos una lectura de los acontecimientos en clave Mayo del 68 —por increíble que parezca yo también fui mozuelo y me empapaba de las atmósferas reinantes—, y Reutemann era sinónimo de la resistencia frente al patrón, que siempre solía ser inglés o italiano y acostumbraba a ser un cabrón o un cicatero de tomo y lomo, como el bueno de Frank.
Y bien, cuento todo esto porque es más vieja que la tana la historia ésta de las órdenes de equipo, la obediencia debida y el respeto a quien te paga, que como bien sabemos, ahora te folla cuándo y cómo quiere mientras el público aplaude porque nuestro actual pijerío se ha disfrazado de progre y va diciendo por ahí que es políticamente incorrecto, cuando, en realidad, se comporta más carca que la madre que lo parió.
No tengo nada contra los tontos, pero mira, cuando lo importante debería ser el talento y la velocidad sobre el asfalto, me produce náuseas que alguien venga a imponer el valor supremo de una empresa y la teoría del bien común. Aunque tampoco sé de qué me extraño, nuestros juntaletras y modernos creadores de contenidos son de la misma quinta que los estudiantes de la Universidad de Cambridge que han solicitado que se retirase un cuadro del comedor porque podía herir sensibilidades [University students cry fowl over 17th century painting that upsets vegetarians], normal que no entiendan todavía qué coño sucedió el domingo pasado entre Charles Leclerc y Sebastian Vettel, y es que les pones al Lole delante y ni lo huelen.
Os leo.
Os leo.
3 comentarios:
Pues yo si soy fan del Lole, y no olvidemos que en el 85 fue 3º en el rally de Argentina con un Peugeot 205T16, haciendo equipo con Salonen y Vatanen que estuvo al borde de la muerte tras un grave accidente en este rally.
El Lole era un maestro, su sensibilidad y finura en el trato del auto eran excepcionales. Sabía exigir la mecánica hasta el límite sin romper nada, tenía un ritmo muy consistente y ya en esa época cuidaba las gomas como pocos.
Un pilotazo.
Saludos desde el Coño Sur
Hola,
A mí me pilló demasiado joven para apreciar sus performances en la F1. Yo supe de Reutemann como el piloto ocasional que corría el Rallye de Argentina a veces con Peugeot y, sobre todo, con el Lancia Delta oficial con los colores de Martini, mientras era Gobernador de una de las Provincias Argentinas¡!.
Poco a poco he ido descubriendo de su fino pilotaje en la F1, sobre todo, gracias al Blog del difunto Castellá. Seguramente, si me pillase en su época, yo hubiera sido fan del Lole por su elegancia en la pista y fuera de ella y por los valores que tanto faltan en los actuales ídolos de juntaletras, pilotillos pusilánimes todos ellos, Flanders capaces de meterte un poquito el aleroncito, pero cagados como para ciscarse en su compañero de equipo o en el rival delante de los medios. No hace falta un Nelson Vs Eliseo, pero un poco de salsa y un mucho de elegancia sí que falta...
Salu2!
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