¡Que tiempos aquellos en que a las sociedades las salvaban sus socios o el patrón, o el consorcio que hacía de patrón...!
Todavía recuerdo con ternura cómo la Fórmula 1 dejó caer sin mover un dedo a los representantes de aquel as que se sacó Max Mosley de la manga, la F1 Low Cost. Con el ejemplo de Brawn GP en 2009 (¿deberíamos decir anzuelo?), Virgin, Lotus —luego Caterham—, e Hispania Racing, se embarcaron en una aventura que las superaba con creces. Pero allí estuvieron, cubriendo las necesidades de la parrilla de 2010 y años posteriores, y permitiendo que la prensa anglosajona y los aficionados más entregados se mofasen de ellas.
A Bernie nunca le gustó la iniciativa. Fue reacio a contemplarla como seria. Sus representantes carecían de dinero para soportar las inclemencias y los rigores de la actividad y, en cierto modo —en mucho, para qué vamos a engañarnos—, su presencia devaluaba el negocio. Eran tiempos en los que nuestro deporte pasaba de los fans porque su target eran lo septuagenarios que gastaban Rolex en la muñeca... ¡puta soberbia de mierda!
La vida es dura para todos y está visto que el coño coronavirus se ha juramentado en dar la vuelta al calcetín, incluso para que percibamos los feos costurones de un liberalismo económico que no atiende a otra cosa que a los beneficios. Y el caso es que David Richards, Chairman de Motorsport UK —el Presidente es el Príncipe Michael de Kent, primo de Carlos de Inglaterra y sobrino de la Queen—, ha salido a solicitar a Liberty Media que socialice las pérdidas que ha ocasionado este extraño comienzo de 2020.
No sé, suena chungo que empresas sólidas pidan ayuda para que papá pague los platos rotos. No pregunto por el Consejo de Administración de la de Grobe ni por sus accionistas, ni mucho menos por el grupo empresarial que consolidó Racing Point con Lawrence Stroll a la cabeza, porque conozco de sobra la película, ya que en estas cosas nunca están ni se les espera...
Os leo.
Os leo.
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