Será que la vida es así y no cabe darle más vueltas. Santo Tomás, Mrs. McCarthy, mi suegra, tantos que se apuntan a toro pasado al carro de haber creído desde el comienzo, y sin fisuras, además, con fe ciega de la de a tanto el kilo.
Nos quedan tres citas y Lando Norris enfoca Abu Dhabi para coronarse allí como heredero de Lewis Hamilton [El prestigio].
Oscar Piastri anda tocado cuando no hundido, y ahora los barberos que venden crecepelo sólo hablan de su compañero porque el drama manda y la retórica del éxito impone sus reglas. Tenemos explicaciones para la sobresaliente actuación del papaya australiano hasta más allá de mitad de temporada, y ya, pues también disponemos de abundante humo para rodear al que será Campeón del Mundo en Yas Marina porque McLaren juega con dos barajas al juego de las Papaya Rules.
El Elixir de Adolfo Pirelli no atiende a blandos ni perdedores, y, a ver, el papaya británico ha brotado del bancal de los excelsos sobreponiéndose a las circunstancias, por puritito mérito, por el apasionamiento debido y porque no podía ser de otra manera, vaya, y porque a su compañero le faltan algunos hervores y más experiencia (sic), por nada más...
Pero también viene Verstappen como un tiro, necesario a todas luces para que la obra se firme adecuadamente [Snack bar Budapest], y se me está poniendo el cuerpo de un alegre que no puedo describir.
En fin, no creo que sea posible el milagro, lo admito y lo dejo escrito por si las moscas y hay luego reclamaciones. 2025 va a ser el año del sosangas y sangrefría de Bristol, como el campeonato de Constructores ha caído del lado de una escudería que ha hecho lo justito para que no le recriminemos nada. Hace años habríamos llamado a todo esto caer de pie, pero hay que ser formales y adaptarse a los tiempos que corren, aunque, a la postre, acabemos coincidiendo con los barberos, Santo Tomás, Mrs. McCarthy y mi suegra, y porque París bien vale una misa, que nos entendemos. ¡Que viva Norris, carajo!
Os leo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario